El Congreso de los Diputados, el lugar que representa al pueblo español, el lugar donde la democracia se asienta de manos de la Constitución de 1978, el lugar donde el debate desde la pluralidad de ser y de pensar, ese lugar donde ayer se aprobaba el Proyectode Presupuestos Generales del Estado para el año 2023 que permite, por ejemplo, la subida salarial a los más de 90.000 empleados públicos de Extremadura, que los 217.000 pensionistas extremeños vayana cobrar unos 77,42 euros más al mes o el incremento de las becas a 26.000 estudiantes extremeños, destinados a la mayoría social, que atienden a las clases medias y trabajadores, que comprenden que quien más tiene, más debe atender a quien más lo necesita en estos momentos tan complejos, el impuesto a las grandes fortunas, a las grandes energéticas o a los bancos.
Ese espacio donde puede conseguir que la vida cotidiana puede mejorar, que las familias, los hogares vean y palpen que la política es una herramienta de transformación y de sostén del Estado del Bienestar, ese lugar, esta semana también asistió a la peor cara de la política, la más vergonzosa, la más nauseabunda. La cara exacta que quieren que se vea los que no necesitan de la política real, la que consigue el funcionamiento de la sanidad pública, de la educación, la que atiende a las empresas, a los autónomos; son los que verdaderamente no creen ni en la libertad ni en la democracia. Los que entraron en el sistema para destruirla. Vox concurrió a las urnas para hacer exactamente lo que hizo el miércoles en el Congreso de los Diputados, envilecerlo todo. El Partido Popular cómplice y cooperador necesario.
Ayer, los diputados y diputadas de su grupo parlamentario estaban exultantes, pletóricos, afirmaron: «Somos moralmente superiores». Exhiben que moralmente superior es quien en el debate parlamentario de una ley no se debate sobre el contenido, no hacen falta argumentos, moralmente superior es reprocharle a una mujer con quien se acuesta. Públicamente. Señalando con nombre y apellidos su intimidad. Proclamar que una mujer está en su lugar porque sus méritos se obtienen en la alcoba. Están exultantes. Sin duda.
Me da miedo, asco y vergüenza que hoy podamos estar en el debate público ante semejante aberración democrática. Pienso en todas nosotras quienes están esforzándose, trabajando en su comercio, su negocio, su oposición, su trabajo… ¿de verdad una sociedad libre y limpia puede consentirlo? No podemos ni debemos. Fue un ataque directo a una ministra, a un país, a todas nosotras.
El machismo nos está matando, asesinando a diario, corrompiendo los vehículos de libertad y de igualdad, es el terrorismo que nos asedia desde el día que nacemos mujeres, que nos anula desde la superioridad moral de un hombre sobre una mujer.
Hoy más que nunca, siempre libres, siempre vivas, siempre mujeres.
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