El pasado domingo estuvimos en Ahigal para acompañar a todo un pueblo que quiso homenajear a Maribel García Paniagua, compañera que falleció a los 37 años el pasado 5 de agosto.
El cariño con el que sus paisanos la recuerdan, es conmovedor. Su gente, con la que trabajaba a diario para que la cultura y la igualdad fueran dos fortalezas innegociables en Ahigal, la echa de menos con amor y se inspira en ella para seguir adelante.
Maribel era una persona humilde y fuerte. Fuerte para defender sus convicciones, decidida para contribuir al crecimiento de los suyos y fiel representante de lo mejor de la militancia política.
Trabajaba por sus vecinas y vecinos, junto a ellas, junto a ellos. Los intereses de su pueblo estaban por encima de todo y, ante todo, proyectaba un municipio que avanza, un municipio ejemplar. Gran parte del proyecto socialista es suyo.
Estas palabras hablan de ejemplaridad en tiempos en los que el ego y las alharacas, muchas veces superan el trabajo real, desinteresado y silencioso que toda y todo militante suele hacer desde el llano, desde donde de verdad se transforma la realidad, hombro con hombro con su gente, con su pueblo, junto a sus compañeras y compañeros.
Maribel era lo mejor del socialismo cacereño, un símbolo, una fuente de inspiración para todas y para todos los que creemos en la cercanía, en la solidaridad y en el esfuerzo para hacer mejor a nuestra tierra.
Se nos fue Maribel y, con ella, una persona extraordinaria que nunca pedía nada a cambio de lo que hacía por los demás. Durante la pandemia asistió y ayudó a sus paisanos sin medir riesgos ni consecuencias personales. Como siempre, lo dio todo. Por eso la quieren tanto. Por eso la queremos tanto.
No sé si la vida es justa o injusta. Desde luego, la muerte no. Maribel García Paniagua, orgullosa militante del PSOE de Ahigal, merecía todo. No le gustaban las primeras filas y tenía razón porque no hay nada que nos aleje más de la gente que esas primeras filas de notables que, a veces, olvidan lo que somos. Maribel, por el contrario, es un puñetazo a las conciencias de los soberbios. Es todo lo que debe ser una socialista. Su ejemplo nos guía
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